En las películas de animación, donde se genera todo lo que se ve -a diferencia del registro de imágenes del cine de ficción-, evidentemente, nada suena.
El sonido, como la imagen, se tiene que construir minuciosamente, detalle a detalle de todos los elementos dentro del cuadro y en el ambiente fuera de éste. Lo que tiene referencia a la realidad se tiene que reproducir y potenciar dramáticamente. Pero ¿Cómo suena un chango-pulpo, una piñata voladora, una mano gusano, o un escusado de cerámica flexible que camina? Se inventa.
Tuve la feliz experiencia de vivir este proceso con el equipo de Tauro, con José Luis y Diego a la cabeza del diseño y dimensionando el mundo sonoro de la película en la mezcla. Espero que ésta sea la primera de otras oportunidades de trabajar en conjunto.
DIRECTOR DE CINE